Un conjunto de 51 monedas griegas e islámicas que habían sido confiscadas en la frontera entre Estados Unidos y Canadá, ante las dudas sobre su procedencia, han sido entregadas por el Departamento de Seguridad Interior de EEUU a la Biblioteca de la Universidad de Washington.
El Departamento de Seguridad Interior estadounidense (Home Security Investigations) ha hecho entrega a la Biblioteca de la Universidad de Washington de una colección formada por 51 monedas antiguas griegas e islámicas que habían sido confiscadas a una persona que trataba de entrar en territorio estadounidense desde Canadá.
Según el medio numismático CoinWorld, las monedas, acuñadas en la época helenística de Grecia y en el periodo islámico antiguo, fueron aprehendidas en 2017 por agentes de la Oficina de Aduanas y Control de Fronteras de los Estados Unidos del puesto de Blaine (Washington).
La persona que las portaba tenía intención de viajar a Canadá, pero las autoridades de aduanas de ese país le negaron la entrada. A su regreso a la aduana estadounidense se descubrió que portaba las monedas (en la imagen). Las autoridades instaron al hombre a demostrar que las había adquirido e importado a los Estados Unidos de forma legal.
El propietario no pudo aportar documentación alguna que demostrase que las piezas eran de su propiedad y que habían sido adquiridas legalmente. Además, algunas de las monedas figuraban en la Lista Roja de Antigüedades en Riesgo de Afganistán.
Tras consultar con expertos numismáticos, que determinaron que las monedas eran auténticas y presentaban signos de la llamada ‘enfermedad del bronce’ (un proceso de corrosión que indicaba que habían sido extraídas ilegalmente del subsuelo), por lo que las autoridades aduaneras las confiscaron.
En 2019, la Biblioteca de la Universidad de Washington solicitó a la Oficina de Aduanas y Control de Fronteras la donación de las monedas. El objetivo de la institución universitaria era utilizar las piezas para subrayar la necesidad de combatir las excavaciones y el comercio ilegal de antigüedades, investigar sobre las sociedades que las acuñaron y en donde circularon y arrojar luz sobre la complicada cuestión de la herencia cultural.
Según Sandra Kroupa, conservadora de las Colecciones Especiales de la Biblioteca de la Universidad de Washington, “estas monedas proporcionan una mirada hacia materiales históricos de un área del mundo que no está suficientemente representada entre los recursos históricos de nuestras colecciones, y demuestran la importancia de extender nuestro compromiso a la inclusión de todas las culturas posibles”.
Kroupa añadió que “más allá de su valor como dinero, las monedas antiguas como éstas representan los inicios de la comunicación y la escritura. Revelan una importante información histórica que ayuda a entender la cultura y la política de un periodo de tiempo determinado. No hay mejor forma de aprender que poder sostener en tu mano 3.000 años de historia”.
Desde el Departamento de Seguridad Interior se ha puesto en valor su Programa de Propiedad Cultural, Arte y Antigüedades, que permite devolver a una nación piezas de su patrimonio cultural que han sido sustraídas y promueve la buena voluntad entre los gobiernos y los ciudadanos.
Según el agente especial Robert Hammer, “cuando se extraen y se introducen ilegalmente monedas como éstas en los Estados Unidos, perdemos el contexto de lo que significan y de la rica historia que hay detrás de ellas. Gracias a la colaboración entre el Departamento de Seguridad Interior, la Oficina de Aduanas y la Biblioteca de la Universidad de Washington, la historia de estos artefactos rescatados va a servir para inspirar a futuros estudiantes y contribuir a la investigación académica”.
Hammer subrayó que “nuestra primera opción era repatriar estas monedas a su lugar de origen, para devolver la historia al lugar donde pertenece. Cuando se confiscan propiedades culturales como éstas y el Departamento de Seguridad Interior no puede determinar quién es su legítimo propietario, lo mejor es hallar una institución adecuada que las custodie, como es el caso de la Universidad de Washington”.
Desde el año 2007, el Departamento de Seguridad Interior estadounidense ha repatriado alrededor de 12.500 artefactos a más de 30 países, incluyendo pinturas de Francia, Alemania, Polonia y Austria; artefactos culturales de China y Camboya; fósiles de dinosaurios de Mongolia; un manuscrito ilustrado de Italia; unos sellos reales de Corea; antiguas cerámicas de Perú y, más recientemente, un antiguo sarcófago de oro repatriado a Egipto.