José Pascual Domingo de Ribas y Boyons, almirante de la Armada Imperial rusa y fundador de la ciudad ucraniana de Odesa, nació en Nápoles en una fecha indeterminada, entre los años 1749 y 1754. Fue hijo del barcelonés Miguel de Ribas y Bouyens, mariscal y director del Ministerio de Fuerzas Navales y Armadas del Reino de Nápoles tras la reconquista del mismo por las tropas de Felipe V en 1735, y de la irlandesa Margaret Plunkett. Tras trasladarse al Imperio Ruso e ingresar en su ejército, participó en las guerras ruso-turcas y en la conquista de Crimea, recibiendo la orden de Catalina la Grande de fundar Odesa. Vicealmirante del Imperio, recibió numerosas condecoraciones y reconocimientos, y ha dado su nombre a la avenida principal de la actual ciudad ucraniana.
José de Ribas comenzó su carrera militar en el ejército napolitano, donde alcanzó el grado de mayor a los veinte años. En esta época conoció a Aleksey Orlov, hermano del amante de Catalina la Grande, que se encontraba en Italia, y que le llevó en su campaña contra el Imperio Otomano como intérprete y ayudante. Tras participar en la batalla naval de Chesme, fue enviado a Rusia como instructor del conde Bobrinski, hijo ilegítimo de Catalina la Grande con su amante y hermano de su protector, Gregori Orlov.
José de Ribas, por Johann Baptist von Lampi el Viejo, 1796 Museo del Hermitage, San Petersburgo, Rusia
En San Petersburgo ingresó en el Cuerpo de Cadetes de Infantería con el grado de capitán, como miembro de la nobleza española, y se casó con Anastasia Ivánovna Sokolova, dama de compañía de la zarina, que fue posteriormente madrina de sus dos hijas. En 1783 entró al servicio del príncipe Grigori Potemkin, siendo sucesivamente ascendido a coronel y brigadier y participando en la conquista de Crimea y en la formación de la nueva flota en el Mar Negro y el puerto de Sebastopol.
Nombrado comandante de una flotilla, tomó la fortaleza de Ochakov, en la estratégica isla de Berezán y fue ascendido a general. En 1789 tomó igualmente la estratégica población de Hadjibei, emplazamiento de la presente ciudad de Odesa. Un año después consiguió tomar la inexpugnable fortaleza de Ismail, a orillas del Danubio. En 1792 fue uno de los tres plenipotenciarios que firmaron el Tratado de Jassy, por el que el Imperio Otomano cedió al ruso toda la orilla septentrional del Mar Negro.
Estatua a José de Rivas en Odesa
Nombrado contraalmirante y posteriormente vicealmirante, propuso la aprobación de la Bahía de Hadjibei como lugar de ubicación de una nueva ciudad, que Potemkin deseaba fuese la San Petersburgo del Sur, frente a otras posibles ubicaciones. Finalmente, un decreto personal de la zarina le encomendó su construcción, que llevó a cabo en solo dos años y que se convertiría en el siglo XIX en la tercera ciudad del Imperio.
Tras la muerte de Catalina la Grande, su hijo Pablo hizo llamar a Ribas a San Petersburgo, acusado de malversación en la construcción de la nueva urbe. Tras un juicio absolutorio se le devolvieron todos sus cargos y posesiones, pero se le ordenó permanecer en la capital imperial. Contrario a la aproximación del nuevo zar a Napoleón Bonaparte, cayó en desgracia y conspiró para su derrocamiento. Murió el 2 de diciembre de 1800, aquejado de fiebres crónicas y, según algunos autores, envenenado por algunos de sus compañeros de conspiración. Su nieta, Catalina Mijáilovna Dolgorúkova, conocida como Princesa Yúrievskaya, fue amante y esposa morganática del zar Alejandro II de Rusia.
Las condecoraciones de José de Ribas
Por sus méritos, José de Ribas recibió numerosos reconocimientos, entre los que se encontraron las principales condecoraciones del Imperio Ruso. La primera de ellas fue la Orden imperial y militar de San Jorge, mártir y victorioso, instituida el 26 de noviembre de 1769 por Catalina II para premiar las acciones de sus oficiales y soldados. La misma estaba formada por cuatro clases de caballeros y sus colores distintivos eran el naranja y tres barras negras. Suprimida por Lenin en 1918, esta condecoración, actualmente una de las más prestigiosas del ejército ruso, fue reinstaurada por Boris Yeltsin el 20 de marzo de 1992.
Orden de San Jorge de 1ª Clase
Igualmente recibió otra de las condecoraciones creadas por la zarina en 1782 como reconocimiento tanto para civiles como para militares, la Orden de San Vladimiro, la de primera clase, con una cruz roja con bordes negros y dorados. La insignia de la Orden pendía de una banda colocada sobre el hombro derecho, con una estrella de ocho rayos de oro y plata en la parte izquierda del pecho.
Orden imperial del Santo príncipe Vladimiro
Fue igualmente una de las doscientas cincuenta personas que recibió la Orden de San Alejandro Nevski durante el reinado de Catalina II. Tercera Orden civil y militar del Imperio, fue creada el 21 de marzo de 1725 por Catalina I por expreso deseo de su padre, Pedro I, para reconocer a aquellas personas que habían defendido Rusia con honor en los campos tanto políticos como militares. La banda de la Orden de San Alejandro Nevski era roja y se colocaba desde el hombro izquierdo del uniforme militar o traje de la Corte.
Orden de San Alejandro Nevski
La condecoración constaba de una cruz de oro con esmalte rojo en ambos lados, con águilas bicéfalas con corona imperial en sus cuatro extremos. En medio de la cruz, en un cuadro de esmalte nublado, aparece la imagen de San Alejando Nevski a caballo. La misma fue suprimida tras la Revolución de Octubre y sustituida por la Orden de Alejandro Nevski en 1942, con carácter exclusivamente militar, una de las más altas de la extinta Unión Soviética.
José de Ribas fue igualmente distinguido con la Orden de San Juan de Jerusalén, creada el 13 de noviembre de 1798 por el nuevo zar Pablo I. Considerado el más importante premio militar del país, su insignia era una cruz de Malta de oro cubierta con una capa de esmalte blanco, con lirios estilizados en sus extremos. Tuvo una existencia exigua, dado que su sucesor Alejandro I renunció a ser el Gran Maestre de la Orden, y en 1810 se emitió un decreto para dejar de otorgarla.
Orden de San Juan de Jerusalén
Curiosamente, la falta de reconocimiento de Carlos IV de España de Pablo I como Gran Maestre de esta Orden, por los derechos de su hermano Fernando III de Sicilia, fue el casus belli para la guerra hispano-rusa de 1799-1801, en la que nunca se llegaron a romper hostilidades. En las circunstancias actuales, no podemos menos que desear la inmediata conclusión de un enfrentamiento fratricida entre dos pueblos hermanos.