“Tío, nos vamos a hacer de oro, nos vamos a forrar. Es un negocio seguro. Mira esto: en cuatro días han multiplicado su precio y no paran de crecer. Es nuestra oportunidad”. Los personajes de hoy, cari caricaturescos, no parecen hablar. Sólo intercambian miradas en torno a una mesa en la que destacan una bolsa llega de monedas de oro y un buen puñado de bulbos de alta calidad, tal y como parecen demostrar con la báscula. No hablan, pero sus pensamientos están cargados de ambición y especulación.
Como en tantas otras veces, volvemos a coger esa máquina del tiempo que es el arte para viajar a la Holanda del siglo XVII. En pleno auge comercial, conoceremos, primero, la crisis de los tulipanes, para muchos, la primera gran burbuja financiera de la historia; y segundo, para confirmar, una vez más, que los capítulos tienden a repetirse a lo largo de los siglos. Donde antes explotaron los tulipanes, no hace tanto reventaron los ladrillos, y estos días estamos viendo despeñarse las tecnológicas y las criptomonedas.
Este lienzo anónimo que cuelga en el pequeño Museo de Bellas Artes de Rennes (Francia) bien podría ser la fotografía actual de la sección de economía de cualquier periódico internacional. Holanda, como ya se ha comentado, en los primeros años de la Edad Moderna convirtió sus puertos en puntos estratégicos del comercio mundial, gracias a la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. Hasta allí llegaron, a finales del siglo XVI, los tulipanes y pronto comenzaron a convertirse en piezas muy preciadas. Gracias a su exotismo y colorido, esta delicada flor rápidamente comenzó a revalorizarse. A modo de ejemplo, las crónicas nos dicen que en 1623 un solo bulbo podría valer unos 1.000 florines, cuando el sueldo medio anual en Holanda rondaba los 150-200 euros.
En muchos casos, los beneficios llegaron a superar el 450% de la inversión inicial, por lo que en el sentir popular caló la idea de que apostar los ahorros en los tulipanes era un negocio seguro porque jamás se devaluaría su precio. ¿Les suena? ¿Qué se podía esperar de un producto con el que se podía comprar, con un solo bulbo, 24 toneladas de trigo? Ocho cerdos, al mismo tiempo, se vendían por 240 florines.
Tal fue la fiebre por los tulipanes, que se creó un mercado de futuro con tulipanes aún por cultivar. Los compradores se hipotecaban para adquirir flores, ¿les sigue sonando? Después de alcanzar niveles récord en 1636, a principios de febrero del año siguiente, y tras una subasta récord donde se pagaron 90.000 florines por 99 bulbos, al día siguiente un lote similar por un precio mucho más bajo se quedó sin comprador. La burbuja estalló con toda su fuerza. Fue la quiebra de muchas familias…
Y ahí están nuestros protagonistas, borrachos de optimismo y especulación, pesando, contando y soñando cuántas monedas más de oro podrán ganar con los tulipanes que tienen sobre la mesa. A la izquierda, sentado y con lujosos ropajes, el que parece que vende los bulbos, y a la derecha, con un tulipán en flor en la mano izquierda ofrece una bolsa llena de florines para adquirir más bulbos y multiplicar su inversión. En poco tiempo, también les explotará la ambición.
Son dos paisanos de la Holanda moderna, pero en el mundo contemporáneo acabamos de ver más de 30.000 despidos y caídas en Bolsa de hasta el 65% en el campo de las tecnológicas. Y la falta de liquidez hirió de muerte la plataforma de criptomonedas FTX, que se declaró en bancarrota después de estar valorada en 32.000 millones de dólares. Lo dicho, ¿les suena la historia?
“La venta de Bulbos de Tulipán”, Países Bajos Siglo XVII. Anónimo, Museo de Bellas Artes de Rennes (Francia)