La pandemia, la guerra, la crisis, la inflación… En cualquier rincón del globo, las visitas al psicólogo y al psiquiatra se han multiplicado en los dos últimos años. El contexto no es el más favorable para la salud mental de cualquiera, y, quizás, no estaría mal sentar al Mundo entero en el diván y formatear sus cimientos sobre los retales de una vida que parece empeñada en no querer ser la misma de antes. Mirando al retrovisor 100 años atrás, tras la I Guerra Mundial, Europa también trataba de levantarse de sus propios escombros, tal y como advertía el artista alemán Kurt Schwitters: «La Gran Guerra ha terminado, en cierto modo el mundo está en ruinas, así pues, recojo sus fragmentos, construyo una nueva realidad». Era el prólogo escrito a su obra “Merzbild 1A” (El psiquiatra), que cuelga en el Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid.
Corre el año 1919, la I Guerra Mundial, en la que ha participado el propio Schwitters, ha terminado y Europa vive en un shock postraumático que cambiará la visión de artistas, ciudadanos, pensadores… Nace un nuevo orden estético en el que destacará el Dadaísmo como una respuesta rebelde, burlona y cínica al arte burgués y convencional. Hasta un bidé se convierte en una obra de arte. Sin embargo, Kurt Schwitters (1887 – 1948) se aleja de este movimiento para crear su propia escuela dadá en Hannover, su ciudad natal, de inspiración apolítica y basado en lo fantástico y el constructivismo.
Su principal altavoz será la revista Merz, que dará nombre a sus famosos collages, realizados con desechos y objetos sin utilidad. Eran obras casi espontáneas donde se subraya la incoherencia y el azar. Schwitters quiere transformar la madera, el cartón, las telas, las monedas… en definitiva, la basura en puro arte, sin más finalidad. «También se puede gritar con los residuos», recordaba el creador.
Aunque, como hemos dicho, Schwitters se sentirá más cercano a los valores de la abstracción que de la politización subversivas de otros centros dadaístas, en esta obra que atesora el Museo Thyssen tiene un fuerte carácter figurativo. De hecho para muchos especialistas, “Merzbild 1ª” (El psiquiatra) es una de las primeras obras Merz del alemán. . Las inscripciones realizadas por el Schwitters en el bastidor, donde fecha la obra el 13 de febrero de 1919 y le da la numeración «1A», parecen confirmar esta hipótesis.
Sobre un lienzo donde se confunden figura y fondo aparece, casi entre tinieblas, un rostro de perfil con el subtítulo Der Irrenarzt (El psiquiatra), por lo que esta obra, donde se mezclan técnicas de muy distinta índole, se puede considerar un híbrido entre el expresionismo y el collage. Para muchos, se trata del retrato del Dr. Schenzinger, un doctor conocido suyo en Hannover, pero hay otros estudiosos que apuntan incluso a la hermana del artista.
Para crear esta obra, Schwitters no duda en usar objetos cotidianos de nulo valor artístico, que bien podrían ser pequeñas obsesiones de los pacientes del psiquiatra. Por la superficie del cuadro aparecen un alambres, recortes de periódicos, un cigarrillo… y una humilde moneda de dos peniques de 1874, que pasaría desapercibida para cualquier coleccionista. Claro que los cubistas ya habían realizado collages, pero en los Merz los objetos utilizados en el cuadro no representan la realidad exterior, sólo simples signos que sólo cobran valor en el conjunto de la composición.
Tras sentarse en el diván, Europa vivió una explosión de júbilo en los felices años 20, pero que acabaron dramáticamente con la crisis económica del 29, el ascenso del nazismo y el comunismo y la II Guerra Mundial. Schwitters fue uno de los creadores perseguidos por los nazis que consideraron su obra como arte degenerado. Murió en 1948, cuando Europa, nuevamente, trataba de resurgir de sus escombros.
Merzbild 1A (El psiquiatra), 1919. Kurt Schwitters. Óleo assemblage y collage de objetos sobre lienzo, 48,5 x 38,5 cm. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.