La utilización del resello en las monedas, destinado a modificar el circulante por motivos de diversa índole, ha respondido por lo general a cuestiones meramente prácticas. Siempre resultará más rápido y económico imprimir contramarcas a las monedas existentes que crear nuevas. En la mayor parte de los casos los resellos manifiestan una necesidad por parte de las autoridades monetarias, que no es otra que adaptar su circulante a una nueva circunstancia, bien sea la independencia de un territorio o bien imprimir un nuevo valor facial al mismo, por lo general inflacionista. Hay casos, como el de hoy, en los que la necesidad viene del hecho de que la moneda a contramarcar es importada de otro país, y es que pocas piezas históricas han podido ser tan reselladas en el mundo como el real de a ocho, el “dólar” español en sentido real y metafórico.
El real de a ocho de plata, conocido fuera de nuestras fronteras como piece of eight o Spanish dollar, tuvo el honor de ser la divisa de referencia internacional durante la era de la Ilustración y las grandes revoluciones que cambiarían para siempre el desarrollo político y económico de los pueblos. Una primacía que le permitió entre otras cosas conquistar el mercado más inmenso y a la vez hermético de la época: la China de la dinastía Qing.
Real de a ocho de 1803 con caracteres chinos punzonados
Durante más de dos milenios y de forma continuada la política monetaria china se había basado enteramente en el cobre (v. artículo Más de dos milenios de moneda china: introducción a las cash). El valor intrínseco de la moneda siempre había sido relativamente bajo y con un alto componente fiduciario, lo que requería de enormes cantidades de piezas para las grandes transacciones. En este sentido, y como el estado no siempre podía disponer de la cantidad de cobre necesaria, se recurrieron a modos de pago alternativos para facilitar los intercambios comerciales. Uno de ellos consistió en el uso extensivo de la plata. Los comerciantes chinos la habían usado seguramente desde la Antigüedad para sus intercambios con otros comerciantes de Asia (como indios y persas, cuyas economías sí se basaban en la circulación de plata) pero no sería hasta la época de las dinastías Song (960-1279) y Ming (1368-1644) en que los lingotes de plata no acuñada se convertirían en símbolo de riqueza, seguridad y estabilidad para banqueros y comerciantes.
La era Ming, de hecho, consagraba la dualidad de la economía china: por un lado, la economía estatal representada en las monedas de cobre tipo tong bao; por otro, la economía no oficial o privada, dominada por la plata no acuñada. Se trataba de lingotes de diferentes pesos y tamaños con forma de barco o zapato y conocidos en occidente como sycee, con una ley de aproximadamente 935 milésimas. Su peso se medía en liang (1 liang equivalía aproximadamente 37 g.) y normalmente llevaban un sello o contramarca privada que servía de garantía para futuras transacciones. Los banqueros y comerciantes chinos que los utilizaban tenían, no obstante, dos pequeños problemas. Primero, al tratarse de una “moneda privada”, no existían unos criterios de unificación en cuanto a pureza o pesos y medidas. Segundo, el país no era capaz de satisfacer la enorme demanda que existía de este metal entre la población: si era difícil encontrar suficiente cobre en China, la plata debía ser importada en su práctica totalidad, toda vez que el país no disponía de los yacimientos suficientes. Esto se hizo aún más patente durante la era Ming, momento en el que la emisión de piezas de cobre se hizo discontinua y se generalizó el pago de impuestos en plata. Pues bien, es aquí donde la moneda española podía intervenir para solventar estas dificultades.
Lingote de plata tipo sycee de 844,70 g. (F. Thierry, Les monnaies de la Chine ancienne)
El real de a ocho se empezó a emitir durante la época de los Reyes Católicos a partir de 1497 como parte de una reforma monetaria general destinada a relanzar el maltrecho circulante castellano. El real de plata se fijaba en un peso de 1/67 de marca de plata (3,49 g.), estableciéndose el peso del real de a ocho en 550,209 granos españoles (27,468 g. según el sistema métrico decimal) y su pureza en 930 milésimas. Dos acontecimientos decisivos durante el siglo XVI contribuyeron a que esta pieza española se convirtiera en mundial.
El primero, el descubrimiento y posterior conquista del continente americano, que consagró a España como el principal proveedor de plata en el mundo tras el hallazgo de grandes yacimientos en Perú y México. El segundo estuvo marcado por la fundación de Manila en Filipinas en 1571, que establecía una importante base comercial en Asia: nada menos que el punto de destino del célebre Galeón de Manila, ruta marítima que atravesaba el Pacífico una o dos veces al año y que sirvió entre otras cosas para introducir las nuevas monedas de plata acuñadas en las Américas en el comercio mundial.
A su llegada a Filipinas, la plata era intercambiada con los comerciantes chinos por productos altamente demandados en occidente como sedas o porcelana. Estos comerciantes no tardaron en descubrir las ventajas que ofrecían las monedas de plata traídas de América: homogeneidad, una pureza ajustada a sus expectativas y unas medidas ideales para la circulación. Hacia finales de la dinastía Ming, en 1644, las piezas de plata españolas circulaban ampliamente por las ciudades portuarias de Macao y Guang Zhou (Cantón) en las que los comerciantes europeos se habían instalado durante las décadas anteriores. En los dos siglos siguientes, esta circulación se generalizaría por todo el país. Los reales de a ocho que más circularon en China fueron los célebres columnarios (seguramente una de las monedas más bellas jamás creadas) y los tipo “carolus”, es decir, los emitidos bajo los reinados de Carlos III y Carlos IV, así como los de Fernando VII. Todas estas piezas fueron sometidas, en mayor o menor medida, al contramarcado privado mediante punzón.
Las macuquinas, primeras monedas de plata españolas en llegar a China
Los motivos para resellar moneda, como decíamos al principio de este artículo, pueden ser muy variados. El caso de hoy obedece principalmente a dos: registro de movimiento comercial y autenticación de la validez de la plata. El proceso, básicamente, era el siguiente: el primer banquero o comerciante que utilizaba la moneda la resellaba con punzón con un pequeño carácter que servía de garantía de valor al banquero o comerciante al que la entregaba. Esta operación se podía repetir en cada intercambio, de tal forma que en muchos casos las monedas eran tan contramarcadas que quedaban irreconocibles o incluso rotas, pero podían seguir circulando al peso.
Poder realizar una clasificación rigurosa de estas contramarcas se torna en una tarea poco menos que imposible, ya que al ser de naturaleza privada y por tanto no oficial muchas veces el punzonado obedecía no solo a motivaciones económicas sino también culturales, personales o subjetivas. A esto debemos añadir las particularidades del idioma chino, cuyos caracteres (pictogramas e ideogramas básicamente) no representan letras o fonemas sino conceptos, que pueden variar dependiendo de otros caracteres a los que acompañen. Conocer el significado de los caracteres y clasificarlo es lo que presenta más dificultades, y todo un reto para los estudiosos. En su magnífico trabajo sobre monedas españolas reselladas en el mundo, Juan Montaner clasifica de forma genérica estos caracteres punzonados en:
Comerciales: normalmente de mayor tamaño y que hacen referencia exclusiva al registro de transacciones.
Transacciones: 本 (bên, origen),盒 (hé, caja), 出 (chu, salida o exportación),益 (yì, beneficio), 记 (jì, registro)
Calidad: 章 (zhang, sello), 平 (píng, nivel, seguridad)
Referencias geográficas: 英 (ying, Inglaterra), 南 (nán, sur), 北 (bêi, norte)
Culturales: de menor tamaño y por lo general más numerosos, pueden responder a motivos muy diversos: títulos honorarios, nombres de empresas, numerales, agradecimiento, buenos deseos o simplemente apellidos. En la siguiente tabla podemos encontrar algunos ejemplos:
El real de a ocho de 1803 que se muestra en las imágenes contiene unos pocos de estos caracteres culturales:
En el anverso, se pueden distinguir de arriba abajo ⼭ (san, montaña), ⼆ (èr, dos), ⽅ (fang, lugar, cuadrado) y 六 (liù, seis)
En el reverso, podemos ver (de arriba abajo) ⼯ (gong, trabajo), ⼤ (dà, grande), 元(yuán, origen, primero o apellido) y九 (jiû, nueve). Aparecen también una serie de perforaciones, seguramente comprobaciones de calidad.
Resellos en el anverso
Resellos en el reverso
No es posible concluir un estudio de estos resellos sin mencionar el impacto cultural que las monedas españolas (y las europeas en general) dejaron entre la población china. La tradición numismática del lejano oriente se diferenció de la occidental en la utilización casi exclusiva de caracteres, muy lejos de cualquier representación de imágenes o retratos. No es de extrañar que, pese a su extensivo uso, los reales de a ocho fueran vistos como un objeto exótico para los chinos, poco acostumbrados a ver diseños tan elaborados o la efigie de los reyes en el circulante. De esta forma, los reales de a ocho conocieron diferentes apodos.
Uno muy común fue denominar a los reales tipo carolus como “tres trabajos” o “cuatro trabajos” dependiendo de si se trataba de Carlos III o Carlos IV. La razón se debe a que el numeral romano I es muy similar al carácter 工 (gong), que significa “trabajo”. Si la leyenda de Carlos IV, en lugar de presentar el numeral IIII lo presentaba como IV, se denominaría “medio trabajo”, dado que “mitad” en chino es 半 (bàn), similar a una V.
Las efigies sonrientes de las caras de los reales tipo “carolus” no pasarían desapercibidas, conociéndose también como “cabeza de Buda” por parte de la población. Los columnarios, con su representación de los dos hemisferios entre las columnas de Hércules, no pasaron desapercibidos tampoco, siendo apodados shuang zhù yàng (双柱洋), o “moneda de doble columna”.
Estudiar los resellos chinos en las monedas de plata españolas no debe ser únicamente una cuestión numismática. Representa la historia misma de España, como prueba tangible de su hegemonía monetaria y su presencia en Asia Oriental, mantenida hasta finales del siglo XIX. Representan además el encuentro entre dos culturas muy diferentes, alejadas histórica y geográficamente pero unidas gracias a la necesidad humana de intercambiar bienes y servicios en beneficio mutuo. Es un estudio sin duda arduo y complejo dada la naturaleza de las contramarcas y las dificultades que entrañan los caracteres a ojos de un occidental pero es absolutamente necesario y, como todo lo relacionado con la numismática, fascinante.
Bibliografía
China y los resellos de monedas españolas por José Antonio de la Fuente http://www.chopmarks.com/jose-antonio-de-la-fuente/pdf/China_y_los_resellos.pdf
La Moneda China de la Dinastía Ming, por José Ramón Vicente Echagüe
http://www.numismaticodigital.com/noticia/10065/rumbo-a-lo-desconocido/la-moneda-china-de-la-dinastia-ming.html
Early World Coins & Early Weight Standards, by Robert Tye, published by Early World Coins, York 2009
Montaner Amorós, J. Los Resellos. Las monedas españolas reselladas en el mundo, Expo Galería S.L. 1999
Dinero Chino – Monedas y Billetes, Blas Sierra de la Calle, Cuadernos del Museo Oriental nº 7, Valladolid 2000
Gullberg, C.J. Historia de las monedas con resellos chinos. Las monedas de plata usadas en China desde 1600 a 1935. iAsure Group JEAN Publications, 2017