Resulta siempre complicado establecer fronteras claras y puntos de inflexión en la Historia. El paso de la Antigüedad a la Edad Media es un ejemplo claro en este sentido. Tradicionalmente se situaba en el 476, tras la destitución del último emperador de occidente, pero hoy en día sabemos que estos cambios obedecen a procesos de diferente naturaleza más dilatados en el tiempo. En el caso de la numismática europea, sabemos que hay un cambio claro entre la moneda de la Antigüedad y la medieval. Los europeos pasaron de un sistema trimetálico a uno basado únicamente en la plata, con piezas de reducido tamaño y planas, prácticamente sin grosor. Si queremos buscar las raíces de estas monedas, no debemos acudir a la numismática romana o bizantina sino un poco más al este.
Persia, dada su situación geográfica, ha actuado siempre como puente entre el mundo mediterráneo y el subcontinente indio, además de ser un lugar de paso obligado de la Ruta de la Seda. Durante la Antigüedad acogió a diferentes imperios, de los cuales los occidentales tenemos algún conocimiento en parte gracias a su rivalidad con griegos primero y romanos después. El principal imperio de esta segunda etapa, y el último antes de las conquistas musulmanas, fue el de la dinastía Sasánida.
El fundador de esta dinastía fue Ardashir I, que ascendió al trono tras la victoria sobre el último rey parto en 224 d.C. y estableció una monarquía fuertemente centralizada con capital en Tesifonte, situada cerca de Bagdad. La religión oficial de este reino era el zoroastrismo, que basa sus creencias en las enseñanzas del profeta Zaratustra que consagraban a Ahura Mazda como dios único. La economía se basaba principalmente en la agricultura y en el control de las rutas comerciales con Extremo Oriente y el Océano Índico.
Sin duda el Sasánida fue un imperio duradero en el tiempo, con una extensión que abarcaba lo que hoy día es Irán, Irak y Afganistán, así como el Golfo Pérsico, parte del Cáucaso y zonas de Asia Central. Su ejército fue un constante problema para los romanos en el oeste, llegando a caer un emperador preso (Valeriano en 260 d.C. frente al rey Sapor I) y otro muerto en combate (Juliano II en 363 d.C. frente a Sapor II) algo que explica en parte el desgaste al que Roma se vio sometida y que desembocó en su descomposición en el siglo V. Un imperio de estas características, extenso, económicamente próspero y con poder militar debía contar con un sistema monetario sólido, como de hecho sucedió.
La dinastía Sasánida conservó de los partos el dracma de plata como moneda de referencia, aunque reorganizó totalmente su sistema monetario. El dracma pasó de tener un peso de 3,7 g a 4,2 g y se pusieron en circulación divisores de plata: el hemidracma (1/2 dracma) y el óbolo /1/6 de dracma). Continuó emitiendo tetradracmas de vellón pero además fortaleció el circulante de cobre al emitir grandes piezas de 16 g. Al mismo tiempo, se acuñó moneda de oro, el dinar (de algo más de 7 g), aunque más a efectos propagandísticos que prácticos. La moneda dominante dentro de este sistema fue claramente el dracma de plata, única emitida de forma estable y continua, pero no debemos pensar que se trataba de un sistema monometálico. El circulante de cobre, aunque ha llegado en menor cuantía hasta nuestros días, fue el utilizado en las transacciones cotidianas mientras que el de plata en el cobro de impuestos y en el gasto público, sobre todo en el mantenimiento del ejército.
¿Cómo son los dracmas sasánidas?
Se trata de cospeles de plata con forma de disco, por lo general de gran anchura (mm) y escaso grosor. Al igual que los romanos, los persas mantuvieron sistema de acuñación centralizado y fuertemente controlado, lo que aseguró una gran homogeneidad en sus monedas, tanto en dimensiones como en estilo. Un estilo en el que reside la mayor parte de su atractivo, y que prácticamente se mantiene durante todo el periodo.
En el anverso destaca el busto del rey mirando a la derecha, ataviado con una imponente corona. Esta corona suele ser distinta en cada monarca, al menos hasta el reinado de Kavad I a finales del siglo V, y suele caracterizarse por ser una diadema sobre la cual descansan elementos murales o alas, con un korymbos (adorno consistente en un mechón de pelo cubierto por una redecilla) sobresaliendo detrás de la cabeza. El reverso está marcado enteramente por el altar de fuego, en alusión a la religión zoroastriana (el fuego re-presenta la energía del creador), vigilado por dos figuras humanas en pie a ambos lados que normalmente portan sendas espadas. Mucho se ha especulado acerca de estos misteriosos guardianes, pero parece ser que en un principio, de perfil y ataviados con atuendo real, podían corresponder a representaciones del propio rey ejerciendo funciones religiosas. Con el tiempo estas figuras cambiaron de posición poniéndose de frente y se hicieron mucho más esquemáticas. Tanto en anverso como reverso se suelen mostrar símbolos astrales como estrellas y medias lunas.
Al igual que sus contemporáneas piezas romanas y bizantinas los dracmas sasánidas contienen leyendas con información relevante acerca del reinado, la fecha y la ceca de emisión, solo que en el caso que nos ocupa la información no está en griego o latín sino en pahlavi o persa medieval, lengua a la que no están muy habituados nuestros ojos occidentales. En el anverso, a izquierda y derecha del busto real puede identificarse el nombre del rey junto con una leyenda de carácter auspicioso o de alabanza como “que su gloria crezca”. En el reverso podemos encontrar la marca de la ceca a la derecha y la fecha de emisión a la izquierda, expresada en el año de reinado. Si utilizamos la moneda de las imágenes como ejemplo tenemos lo siguiente:
Anverso: busto del rey Kavad, rodeado de la leyenda en pahlavi que indica su nombre a la derecha. Se identifica además por su corona, tal y como se señala en la imagen. La orla que rodea el busto presenta tres estrellas encajadas en medias lunas a izquierda, derecha y debajo.
Reverso: altar de fuego, flanqueado por dos guardianes de frente que portan espadas. A la izquierda tenemos los numerales que indican el año de reinado. Kavad I, sucesor de Peroz, llegó joven al trono resultando en un reinado de casi 50 años, entre 488 y 536, con una breve interrupción entre 496 y 498. A la derecha podemos ver claramente la marca de la ceca, que con las letras correspondientes a MY correspondería a la ciudad de Meshan en el sur del actual Irak.
El legado del dracma
Mucho se ha especulado acerca de las razones que llevaron a los persas sasánidas a acuñar piezas tan anchas (alrededor de 30 mm) y finas, sin apenas grosor. Se dice que la anchura del cospel servía para dar cabida a los elaborados diseños de las coronas de los retratos, que en muchos casos son clave para identificar al monarca. Asimismo, y atendiendo a razones meramente prácticas, se piensa que pizas como éstas simplificaban la contabilidad, dado que eran sencillas de apilar. En cualquier caso, este diseño ancho y plano tuvo unas repercusiones que los persas jamás hubieran podido imaginar, como veremos a continuación.
Dracma y dirhem
Romanos y persas chocaron en Oriente Medio durante siglos, pero a partir de mediados del siglo VII estas luchas quedarían totalmente eclipsadas por el ascenso imparable de los árabes. Este pueblo, que en pocas décadas dominaría todo el Mediterráneo meridional, conoció la moneda a través de sus conquistas. De hecho, las primeras monedas árabes eran imitativas de aquellas pertenecientes a los pueblos conquistados, siguiendo los patrones bizantinos en algunos casos y los persas en otros. Dentro de estos últimos, podemos afirmar que el dracma sasánida influyó de claramente en la creación del dirhem de plata, de dimensiones y grosor muy similares. Si a esto añadimos el hecho de que la moneda de plata de los reinos cristianos medievales (el denier carolingio, el dinero castellano o el penique inglés, piezas de plata de poco grosor) se basó en gran medida en el modelo musulmán, podemos afirmar que el dracma sasánida tuvo una influencia indirecta en la moneda europea durante casi todo el periodo medieval.
Si en occidente se impuso el formato del dracma sasánida en cuanto a peso y dimensiones, fueron varios reinos de Asia los que continuaron el legado persa en lo relativo al diseño. Uno de los primeros pueblos en emitir imitaciones de los dracmas sasánidas fueron los llamados hunos heftalitas que, tras derrotar y capturar al rey Peroz (padre de Kavad I, que reinó entre 457 y 484) y cobrar el correspondiente rescate, comenzaron a producir unas atractivas piezas de vellón muy similares a los dracmas recibidos como tributo, que circularon durante los siglos V y VI en diferentes zonas de Asia Central, Afganistán y noroeste de India. En la región de Bujará, situada en el actual Uzbekistan y zona de paso de la Ruta de la Seda, se emitieron a finales del siglo VIII unas curiosas piezas de plata rebajada de carácter fiduciario imitativas del dracma sasánida, sin duda en un intento por parte de las autoridades de dotarles de prestigio.
Dracma y paisa
Más al sur, en la zona que hoy ocupan los estados de Gujarat y Maharashtra en la India occidental, diferentes reinos emitieron monedas de plata y vellón siguiendo el modelo sasánida, si bien con el tiempo derivaron en formas cada vez más abstractas y estilizadas aunque reconocibles. Se trata de los gadhaiya paisa, monedas de plata de peso similar a los antiguos dracmas pero con una forma globular, muy lejos del modelo ancho y plano sasánida. Se produjeron en grandes cantidades entre los siglos IX y XIII, sin duda para cubrir las necesidades derivadas del comercio internacional del que vivían pueblos del Mar de Arabia como los gurjaras o los chalukyas.
De esta manera, los persas sasánidas, cuyo imperio sucumbió en el año 651, dejaron un legado numismático que se prolongó durante toda la Edad Media en Europa, Oriente Medio, Asia Central y el Subcontinente Indio. Pocas monedas han podido gozar de tal influencia sobre tantos lugares distintos durante tanto tiempo..
Referencias:
Early World Coins & Early Weight Standards, by Robert Tye, published by Early World Coins, York 2009
http://www.iranicaonline.org/articles/sasanian-coinage
Para la identificación de los dracmas sasánidas: