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Hungría, la mayor hiperinflación de la historia tras la II Guerra Mundial

por José Ramón Vicente Echagüe
8 de octubre de 2021
Artículos, Notafilia, Slider
Hungría, la mayor hiperinflación de la historia tras la II Guerra Mundial

Cuando en fechas recientes se publicó en “Crónica Numismática” la noticia relativa al 75 aniversario de la creación del forinto, la moneda húngara, uno de los aspectos que más llamó la atención es que esta moneda reemplazaba a otra que, por diferentes circunstancias, había resultado fallida tras la Segunda Guerra Mundial. El pengö, adoptado en 1927 y sustituto a su vez de la corona húngara (también fallida), sucumbió a una inflación difícilmente imaginable para los que estamos acostumbrados a una cierta estabilidad monetaria y financiera. Si hoy en día cualquier subida de precios repentina nos parece preocupante, imaginemos que esos precios se llegan a duplicar durante el mismo día.

Un bajo valor no impide que un billete pueda tener un diseño atractivo. Reverso de billete de 100 millones de milpengö de junio de 1946

Esto es lo que sucedió en la Hungría de la posguerra. No se trataba de un país que desconociera el fenómeno hiperinflacionario, pues ya lo había experimentado en los años 20 del siglo pasado, pero lo ocurrido entre el verano de 1945 y el de 1946 sobrepasa todos los límites imaginables: en julio de 1946, punto álgido de esta hiperinflación, la tasa mensual llegó a 4,19 x 10 elevado a 16, es decir, un 41.900.000.000.000.000 % según los datos que ofrece el Cato Institute de Washington. La tasa diaria más elevada alcanzó el 207 %, duplicándose los precios cada 15 horas y con unos valores faciales que rozaban el absurdo: 1 quintillón de pengö (1 seguido de 18 ceros) fue el mayor valor facial alcanzado de un dinero que en muchos casos debían retirar de las calles los empleados públicos de la limpieza

¿Cómo llegó Hungría a esta situación? Tras la II Guerra Mundial Hungría pasaba, como muchas otras naciones, por momentos difíciles. Aliados de la Alemania nazi, los húngaros no sufrieron en gran medida las consecuencias de la guerra hasta 1944, momento en que Alemania se encuentra en retroceso ante el avance soviético. Cuando su líder Miklós Horthy decidió buscar una paz separada con los Aliados, Hitler decidió que los húngaros debían correr la misma suerte que los alemanes. El país fue invadido, y se nombró un gobierno títere que asegurara una sumisión total a la Alemania nazi. Esto implicó no solo una mayor exposición a los ataques de soviéticos y norteamericanos, sino además un expolio económico y financiero por parte del agonizante III Reich.

 

Billete de 100.000 pengö de Octubre de 1945, momento en que la inflación empieza a estar fuera de control

Así, a mediados de 1945 Hungría se encontraba con un tejido industrial y productivo devastados, unas arcas públicas vacías y una deuda astronómica con la Unión Soviética en forma de reparaciones de guerra. Las opciones que se dejaban a las autoridades económicas húngaras eran por lo tanto escasas. Descartado el ajuste económico-financiero y el aumento de impuestos, que maltratarían más aún a la población, se volcaron enteramente en aquello en lo que aún tenían cierto poder de decisión: el aumento del dinero en circulación con el fin de estimular la actividad económica. Las cifras que aparecen debajo representan el aumento del valor en pengö de los billetes en circulación en Hungría desde finales de 1945 al verano de 1946, según L. Allen en su “Ecyclopedia of Money” (expresadas en millones):

31/12/1945: 765.400

01/01/1946: 1.646.000

28/02/1946: 5.238.000

31/03/1946: 34.002.000

30/04/1946: 434.304.000

31/05/1946: 65.589.000.000

30/06/1946: 6.277.000.000.000.000

31/07/1946: 47.300.000.000.000.000.000

Con tal de dar un respiro a la población y aumentar la actividad económica y el consumo, se inundó la economía con papel moneda. Y es cierto que durante algún tiempo se consiguió recuperar la actividad económica. El estado, emisor del pengö, concedía préstamos a los bancos con un interés negativo (es decir, por debajo de la inflación) que posteriormente se traducía en préstamos a las empresas con un interés algo superior (por el margen de beneficio para los bancos) pero todavía negativo. Al mismo tiempo se iniciaron políticas claramente expansivas en forma de subvenciones a empresas públicas, préstamos para empresas privadas a bajo interés o contratación de funcionarios La consecuencia inmediata de todas estas políticas no podía ser otro que una inflación fuera de control.

Billete de 1.000 pengö de Julio de 1945 con el sello de validación del Banco de Hungría

Aun así, consciente del problema que se le venía encima, el gobierno húngaro tomó una serie de medidas para intentar contener este proceso.

Con el fin de reducir el número de billetes en circulación, se dispuso a finales de 1945 que todos los billetes de valores de 1.000 pengö o superiores serían eliminados a no ser que contuvieran un sello oficial que se conseguía pagando 3 veces el valor facial del billete. Se trataba de un impuesto sobre el capital del 75 %. Por ejemplo, si un particular quería validar un billete de 1.000 pengö, tenía que entregar al gobierno 3.000 pengö. Esto redujo la circulación y detuvo de manera efectiva la inflación aunque por muy poco tiempo.

A principios de 1946 se introdujo el Adopengö (traducido literalmente como “pengö-impuesto”) que consistía en una unidad de cuenta independiente para el pago de impuestos con el fin de proteger los ingresos públicos de la inflación. El Adopengö equivalía al pengö regular multiplicado por un índice de precios diario que medía la relación entre los precios del momento y los correspondientes al 1 de enero de 1946. Pronto los bancos empezaron a ofrecer depósitos en Adopengö a sus clientes: los clientes depositaban su dinero en pengö corrientes y al retirar sus fondos recibían lo depositado multiplicado por el índice explicado más arriba, con lo que no perdían poder adquisitivo. El problema fue que se abusó demasiado de este recurso, con lo que también terminó fuera de control. De hecho, en junio de 1946 el gobierno puso en circulación el Adopengö, contribuyendo aún más al proceso inflacionario.

La inflación era tan desmedida que los nuevos billetes fueron ajustando su denominación a los cada vez más altos valores faciales. Así, con el fin de simplificar lo más posible las cuentas y ahorrar ceros en los billetes, apareció el milpengö, equivalente a un millón de pengö, y posteriormente el b-pengö, equivalente a un billón de pengö (considerando el billón como mil millones). De esta denominación surgió el billete de más alto valor facial, 1.000 millones de b-pengö, es decir, un 1 seguido de 18 ceros (o un quintillón de pengö). En las imágenes de debajo podemos apreciar dos ejemplos de estas disparatadas denominaciones correspondientes a junio de 1946: 100 millones de milpengö, o sea 100.000.000.000.000 de pengö o 100 trillones; y mil millones de milpengö, es decir, 1.l000.000.000.000.000 de pengö o un cuatrillón.

No es difícil deducir que este proceso era insostenible. El 1 de agosto de 1946 Hungría terminó adoptando el forinto, equivalente en ese momento a la astronómica cantidad de 400 octillones de pengö (400 seguido de 27 ceros), cuya convertibilidad al dólar estaba asegurada con reservas de oro y moneda extranjera.

Por lo general, las experiencias hiperinflacionarias se achacan a la incompetencia e irresponsabilidad de las políticas monetarias de gobiernos cortos de miras, que únicamente atienden el gasto inmediato sobre la sostenibilidad de las cuentas públicas. No obstante, el caso húngaro de 1945-46 es más complejo, toda vez que el gobierno de entonces no tuvo muchas más alternativas. Si bien es cierto que una hiperinflación de estas características hunde a los ahorradores y colapsa finalmente la economía, ya que la confianza en la moneda desaparece, el gobierno húngaro consiguió al menos parcialmente sus objetivos: reactivar el consumo (si el dinero va a perder su valor los particulares preferirán gastarlo en el plazo más breve posible) y la actividad productiva, ya que los subsidios y los préstamos a bajo interés estimularon la inversión y el empleo de tal manera que a finales de 1946 Hungría encontró cierta estabilidad económica y su capacidad de producción restaurada a niveles similares a los años previos a la guerra.

Lo único cierto es que, como ocurre siempre en estos casos, la hiperinflación tiene que llegar a un punto y final si se quiere conseguir un crecimiento sostenido. Y que nos deja a los coleccionistas de papel moneda un artículo de gran interés histórico a precios muy razonables. Unos billetes que en muchos casos se salvaron de terminar en el cubo de la basura.

Referencias

Cato Institute, the Hanke-Krus Hyperinflation Table: https://www.cato.org/sites/cato.org/files/pubs/pdf/hanke-krus-hyperinflation-table-may-2013.pdf

Allen, L. Encyclopedia of Money, Greenwood Publishing Group 2009 (pp. 221-223)

Grossman, P. & Horvath, J. The Dynamics of the Hungarian Hyperinflation 1945-6: A New Perspective, Butler University Libraries (1-1-2000) http://digitalcommons.butler.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1029&context=cob_papers

https://mrfinanzaspersonales.com/peor-hiperinflacion-historia/

https://www.libertaddigital.com/opinion/juan-jose-mora-villalon/la-hiperinflacion-del-pengo-hungaro-56876/

 

 

José Ramón Vicente Echagüe
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